miércoles, 16 de marzo de 2011

¿EDUCAR?... ¿PELEAR?


Las cruzadas consistieron básicamente en que personas que decían ser cristianas atacaban, herían y mataban en nombre de Dios, que es Amor, a personas que decían ser musulmanas y que a su vez les atacaban, herían y mataban en nombre de Alá, que es Amor. Es decir, en nombre del Amor, las personas estaban en guerra y en constante odio. Una locura, vamos. Eso nos parece ahora cuando vemos películas o leemos libros sobre el tema. En nuestras vidas eso ya no sucede. Ahora no nos matamos... la mayoría de las veces. Ahora sabemos que aquella gente no sabía lo que hacía. No sabían lo que era Dios, no sabían lo que era el Amor. Estaban en guerra, pero no sabían por qué. Utilizaban palabras para intentar dar una explicación a su locura y hablaban del bien y del mal, del honor, de la verdad,... del respeto.
Curiosamente, esas palabras se siguen usando. En nuestra vida diaria no hay ejércitos que combaten con espada y escudo, pero ¿hay paz? ¿Alguna vez has sentido que estás "a la defensiva"? o que por parte de una o varias personas sientes que se te "ataca"? ¿Eres consciente de que estás en guerra? Vivimos en una guerra constante, pero no nos damos cuenta. Lo hacemos de forma inconsciente. Y solo siendo conscientes podemos salir de ella.
Miguel Ruiz, en "El Quinto Acuerdo" escribe:

Nunca seré yo quien escriba tu historia, del mismo modo que nunca permitiré que nadie escriba la mía. Respeto tu mente, tu sueño, tu creación. Respeto cualquier cosa en la que creas. Te respeto cuando no trato de decirte cómo vivir tu vida, cómo vestirte, cómo andar, cómo hablar, cómo hacer lo que sea que hagas en tu reino. Tan pronto como intente controlar tu reino, dejaré de respetarte y entonces iniciaremos una guerra por el control sobre tu reino.

Si yo trato de controlarte a ti, en ese intento de controlarte, pierdo mi libertad. Por consiguiente, mi libertad está en dejarte ser lo que quieras que seas, lo que quiera que quieras ser. Cambiar tu realidad virtual no es mi trabajo. Mi trabajo consiste en cambiarme a mí mismo(a).”


Cada persona crea su vida, que es su historia, su reino. ¿Cuántas veces invadimos el reino de otra persona en nombre del amor? ¿En cuántas guerras andamos todos los días? ¿Cuántas veces atacamos el Ser de nuestras hijas, de nuestros hijos, en nombre de un Dios llamado "es por su bien"?


miércoles, 2 de marzo de 2011

¿EDUCAR = DOMESTICAR? (II)

"El Encantador de perros" es un programa espectacular (en apariencia, claro). Consigue que animales totalmente fuera de control, se conviertan en dóciles y agradables. César Millán, -el encantador- parte de un principio básico: tratar a un perro, a una perra, como lo que es. Y se esfuerza por explicar a las personas dueñas de esos animales que su comportamiento neurótico al tratarles como si fueran otra cosa, es la causa del comportamiento neurótico del animal.
Luego dedica mucho esfuerzo a "corregir los malos hábitos" (automatismos) sustituyéndolos por otros correctos, hasta conseguir una perra, un perro, dócil, que transmita tranquilidad y sea una buena compañía.
¿Y Supernnany? En apariencia otra vez, su forma de actuar se parece mucho a lo escrito arriba. Incluso podríamos transcribir las mismas palabras: ...dedica mucho esfuerzo a "corregir los malos hábitos" (automatismos) sustituyéndolos por otros correctos, hasta conseguir una.... ¡eeeh!
¡Ay! Aquí parece que nos encontramos con algo que no nos encaja demasiado. ¿Es posible que con esa "pedagogías" actuemos igual con un animal que ...con una persona? ¿Podría ser que si no somos conscientes, es decir, sin darnos cuenta, nuestros esfuerzos se encaminen a conseguir una niña, un niño,... dócil, que no moleste, que haga lo que queremos que haga? Y después, claro, le acariciaríamos el lomo y le diríamos cuánto le queremos... mientras se comporte así.
César Millán repite una y otra vez que una perra, un perro, no es una persona. Y que mientras no se tenga eso en cuenta se producirán comportamientos neuróticos.
... Y viceversa, añadimos, ¿no? Una persona, una niña, un niño, no es un animal. Y más aún: no tiene ni dueña ni dueño. No pertenece a nadie.Y mientras no se tenga eso en cuenta se producirán comportamientos neuróticos.
Tratar a un perro como a un perro, a una gata como a una gata,... a una persona como a una persona, parece fácil, ¿verdad? Sin embargo, en la escuela, en la sociedad, es como si hubiera un empeño en hacerlo difícil. Y por eso, a veces, nos asaltan las dudas: ¿queremos eso? ¿queremos en nuestra vida una niña, un niño, aceptando su Ser, todo su Ser, lo que Es... o necesitamos más bien algo como un animal dócil, que nos haga compañía, no nos lleve la contraria, se deje acariciar cuando nos plazca y se aleje sin protestar cuando no tenemos un buen día?