"El Encantador de perros" es un programa espectacular (en apariencia, claro). Consigue que animales totalmente fuera de control, se conviertan en dóciles y agradables. César Millán, -el encantador- parte de un principio básico: tratar a un perro, a una perra, como lo que es. Y se esfuerza por explicar a las personas dueñas de esos animales que su comportamiento neurótico al tratarles como si fueran otra cosa, es la causa del comportamiento neurótico del animal.
Luego dedica mucho esfuerzo a "corregir los malos hábitos" (automatismos) sustituyéndolos por otros correctos, hasta conseguir una perra, un perro, dócil, que transmita tranquilidad y sea una buena compañía.
¿Y Supernnany? En apariencia otra vez, su forma de actuar se parece mucho a lo escrito arriba. Incluso podríamos transcribir las mismas palabras: ...dedica mucho esfuerzo a "corregir los malos hábitos" (automatismos) sustituyéndolos por otros correctos, hasta conseguir una.... ¡eeeh!
¡Ay! Aquí parece que nos encontramos con algo que no nos encaja demasiado. ¿Es posible que con esa "pedagogías" actuemos igual con un animal que ...con una persona? ¿Podría ser que si no somos conscientes, es decir, sin darnos cuenta, nuestros esfuerzos se encaminen a conseguir una niña, un niño,... dócil, que no moleste, que haga lo que queremos que haga? Y después, claro, le acariciaríamos el lomo y le diríamos cuánto le queremos... mientras se comporte así.
César Millán repite una y otra vez que una perra, un perro, no es una persona. Y que mientras no se tenga eso en cuenta se producirán comportamientos neuróticos.
... Y viceversa, añadimos, ¿no? Una persona, una niña, un niño, no es un animal. Y más aún: no tiene ni dueña ni dueño. No pertenece a nadie.Y mientras no se tenga eso en cuenta se producirán comportamientos neuróticos.
Tratar a un perro como a un perro, a una gata como a una gata,... a una persona como a una persona, parece fácil, ¿verdad? Sin embargo, en la escuela, en la sociedad, es como si hubiera un empeño en hacerlo difícil. Y por eso, a veces, nos asaltan las dudas: ¿queremos eso? ¿queremos en nuestra vida una niña, un niño, aceptando su Ser, todo su Ser, lo que Es... o necesitamos más bien algo como un animal dócil, que nos haga compañía, no nos lleve la contraria, se deje acariciar cuando nos plazca y se aleje sin protestar cuando no tenemos un buen día?