Siguiendo con las tesis que defiende el libro "Friego, luego existo" publicado en la entrada anterior, hay que constatar que a pesar de ser mentables los avances que se están dando en el ámbito de la igualdad, tenemos todavía por delante una larga tarea de reconstrucción que requerirá de mucho tiempo pues son muchas las consecuencias de la violencia generada por tanto juego de poder a lo largo de la historia.
Es verdad que nuestra sociedad va aceptando, al menos intelectualmente, los valores de libertad, autonomía e igualdad entre mujeres y hombres. Sin embargo,estos valores no se traducen todavía en su totalidad en comportamientos y políticas congruentes con tales conceptos.
Es grande nustra responsabilidad de ofrecer modelos más positivos, sanos e integrales. Modelos que permitan a nuestras hijas e hijos un desarrollo cimentado en la equidad, la libertad y la esperanza. Si no podemos darles, hoy y aquí,la sociedad que necesitan y merecen, debemos al menos intentar ofrecerles modelos de conducta que reflejen nuestro compromiso con el cambio y con la paz, para que les sea menos difícil afrontar la segregación, la inseguridad y la violencia que ,de hecho, todavía están heredando.
No somos muchos todavía los hombres que empezamos a compartir esta lucha con las mujeres. Pero cada vez somos más. Hombres que procuramos vivir nuestra masculinidad en formas no opresivas, apoyando explícitamente las demandas de las mujeres. Hombres que creemos y vemos la necesidad de reflexionar juntos y apoyarnos mutuamente para superar las heridas causadas en nuestras vidas por esa imposición de roles que hemos padecido.
Hombres que en alianza con las mujeres, queremos ser, como termino diciendo en el libro : "coprotagonistas en un futuro no muy lejano de otra historia, ésta ya sin ironías, contada y vivida desde el respeto, donde las amas y los amos estén de sobra".
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